Comen como vacas y cagan como la caterva de otra raza de vacas. Maldita modernidad llena de parlanchines en la deidad de la verdad. Cuánto se luchó para que se dijeran: La libre opinión. Para que llegaran las vacas y volvieran un mierdero con sus opiniones, por eso la sociedad de la ficción mató y mató a la palabra, la prostituyeron, y la opinión ya es mejor dejarla en el presentismo de un foro, una red social, por lo cual no vale ni mierda. Me cago en las vacas que comen y comen en ese contradiscurso de ser salvadores de la humanidad, postrados en la aleatoriedad de un clic, ¡cuán desamparados están! ¡cuánta necesidad de reconocimiento! El esnobismo de lo políticamente correcto en las redes sociales. La dictadura del YO en la comparación de sentirse mejor persona, evadiendo los temores de convertirse en la puta, en el ridículo e ignorante, y dando el confort de sentirse inteligente señalando en los anglicismos de la mofa. La iconografía como deidad ante la hambrienta necesidad de reconocimiento. La verdad y la sinceridad que se proclama en un inconsciente judeocristiano, es la gran artimaña de la época de la mentira y la ficción.
Granujas del mamertismo y la falta del sentido del humor, el complejo de defender una academia, que si fuese gratis, que si se lo dieran todo, sería igual: idiotas útiles. La academia no es el dios del conocimiento, solo aliena el conocimiento como aliena a los que la defienden, volviéndose vacas en campos de concentración comiendo absoluta mierda. Me cago en la metafísica oriental en medio de saltimbanquis juveniles y productos americanos. Vacas, que fueron elegidos para hablar mierda, ni sus mandíbulas les sirven para rumiar, abstraigan, abstraigan seres que se babosean diciendo: “Que somos una nueva generación que no come cuento”, claro, déjeme reírme vacas alineadas de la critica insulsa, vacas de la masa y vacas de la critica de la masa que son igual de patéticos, por eso vacas llenas de gula: sean las vacas que rumia y no la carnicería de la sociedad de la ficción. Nadie escucha, todos hablan, nadie procesa, por eso la sociedad de la ficción es una completa diarrea.
Felipe lópez
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